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El ciclo integral del agua y los costes ambientales asociados

Acciones tan rutinarias y aparentemente sencillas como abrir un grifo, esconden detrás una sucesión de etapas y relaciones más complejas. Este uso común del agua es posible gracias a todos los procesos que intervienen en el llamado ciclo integral del agua. 

20 abril, 2021

Acciones tan rutinarias y aparentemente sencillas como abrir un grifo, esconden detrás una sucesión de etapas y relaciones más complejas. Este uso común del agua es posible gracias a todos los procesos que intervienen en el llamado ciclo integral del agua. 

Como punto de partida, debemos tener en cuenta que el 75% del agua dulce es consumida en la agricultura, esta actividad es sin duda la que más agua consume en el mundo. Esto, junto al aumento de la población, la urbanización, la industrialización y el cambio climático, a derivado en un problema de escasez de agua, una dificultad global para el medio ambiente y para la salud humana. Por todo ello, se precisa una mejora en la eficiencia del uso del agua de una forma más sostenible. 

Conviene diferenciar el ciclo natural del agua o ciclo hidrológico, por el cual el agua pasa de un estado a otro de manera natural, del ciclo integral del agua, proceso igualmente cíclico pero que ocurre por la intervención del hombre, y que en general cubre los servicios de abastecimiento y saneamiento de la población. 

Este ciclo se puede definir como una sucesión de etapas que dan comienzo con las tareas necesarias para obtener el recurso del agua, y que finaliza cuando llega al usuario e inmediatamente después, el agua es devuelta a la naturaleza (río o mar). 

El primer paso es la captación del agua en el medio natural. Como la gran mayoría de las aguas procedentes de la captación no cumplen las garantías sanitarias, por lo que hay que realizar un tratamiento de estas, previo al consumo humano. Esta limpieza se realiza en las Plantas de Tratamiento de Agua Potable (ETAP´s), Plantas Potabilizadoras o Plantas de Desalación.

Una vez se ha tratado y potabilizado el agua, se transporta hasta depósitos urbanos conectados con una red de abastecimiento y distribución, a partir de la cual el agua potable es conducida al lugar de consumo. 

Después de su utilización, tanto humana como industrial, la red de saneamiento o colectores transportan las aguas residuales a la Estación de Depuración de Aguas Residuales (EDAR), donde el agua se somete a un complejo proceso de tratamiento, para conseguir que pueda ser reutilizada o, al ser devuelta al río o al mar, el impacto ambiental sea mínimo. En algunas zonas, la red de alcantarillado devuelve el agua directamente al río o al mar, lo que desencadena en unos puntos de vertido ilegales, en su mayoría no controlados. 

En definitiva, para que el ciclo integral del agua culmine con éxito se suceden distintas etapas, cuya gestión requiere de procesos complejos y una mano experta.

Y ¿qué hay de los costes ambientales asociados al proceso

Todo este ciclo impacta directamente en nuestros ecosistemas acuáticos y no siempre se tiene en cuenta. Es prioritario considerar el uso del agua para la vida, por lo que debemos concienciarnos sobre su preservación, conservación y protección, optimizando cada una de las fases que intervienen en el ciclo integral del agua.

En la economía circular del agua, es importante que la intervención humana no altere negativamente su cantidad y calidad. Es la propia naturaleza la que nos advierte de que el daño que le hacemos a la calidad del agua afecta negativamente en la biodiversidad y, por supuesto, en nuestra propia salud. 

La escasez del agua, es uno de los principales problemas que tenemos en el mundo. Alrededor del 97% del agua que existe no se puede consumir por estar en los océanos y ser agua salada, el resto en su mayoría son aguas subterráneas, y menos del 1% es agua dulce disponible para el consumo.  

La idea de que el agua es un recurso escaso no nos preocupa, ¿qué sucede después de tirar de la cadena? Muy pocos lo saben. 

Desde la contaminación, no solo del agua, sino también de la tierra o del aire; la sequía, debido principalmente al fenómeno del cambio climático que potencia su aparición; hasta un uso descontrolado de la misma, tanto a gran escala en las industrias (como por ejemplo en la agricultura, con sistemas de riego ineficaces, pérdidas por evaporación en las conducciones si son abiertas…), como en pequeña escala en nuestras casas, hacen que este problema sea de todos y que esté en nuestras manos cuidar y no malgastar este recurso. 

Todos queremos un agua de buena calidad en nuestros grifos, pero pocos pensamos qué agua devolvemos al medio natural.

Ante esta situación, sería interesante controlar en tiempo y forma (en tiempo real y con precisión) lo que sucede con la cantidad y calidad de la misma en cada uno de todos estos puntos donde el agua es captada, potabilizada, distribuida, recogida, depurada y reutilizada o depurada. 

No cabe duda que estos nuevos desafíos prácticos relacionados con la gestión del agua, ayudarán a revertir esta situación que afecta a todo el mundo. 

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